Impacta y vende a través de historias

Parte 1

“Leer es soñar con los ojos abiertos, es viajar sin pasaje, es vivir otras vidas, otros tiempos; es descubrir que tenemos alas y volar”.

Mía Paz
Escritora best seller internacional

¿Sabías que puedes hacer de tu vida una leyenda que merece ser contada?

Los empresarios, emprendedores y líderes que saben contar historias, tanto escritas como narradas, logran acercar a sus clientes a sus productos y servicios, creando una conexión emocional que impacta y vende. Tú también puedes desarrollar la magia de comunicarte y generar ese efecto eureka por medio de la palabra.

Cuando llegué al mundo mi padre tenía 48 años y mi madre 42, el resto de la familia lo constituían mis dos hermanas que eran las hijas mayores y tras ellas seguía un batallón de hombres. Soy la hija número trece de catorce, diez fueron varones. Uno falleció antes de nacer y en esa época, no se indagaba acerca del sexo del bebé que crecía en el vientre materno. Todo era intuición. Parece que era otro niño.

Uno de mis hermanos, William, murió siendo bebé, antes de que yo arribara a este planeta. Según mi madre, la empleada que le ayudaba, le había dado chocolate y esa fue la causa de su fallecimiento. A raíz de esa historia, que escuché muchas veces en mi niñez, la creencia de «el chocolate mata» se ancló tanto en mí, que durante mucho tiempo le huía al chocolate en sus diversas presentaciones. Mientras los demás niños anhelaban una bebida o un dulce de chocolate, yo pensaba y exclamaba ¡no quiero morir!. Soy poco amiga del dulce y los chocolates, lo que me ha apoyado en mi salud, pero también está arraigado a esta experiencia familiar.

¿A ti te gustan los chocolates? ¿Comes dulces? ¿Qué significan para ti estos sabores? ¿Con qué momentos te conectan? Te pregunto porque todos los seres humanos tenemos emociones asociadas con experiencias de nuestra niñez e identificarlas nos permite aclarar muchos comportamientos que podemos trabajar, según el objetivo que busquemos.

Durante mi infancia compartí con nueve hombres.  Como ves, en mi familia había prácticamente un equipo de fútbol, así que fui una niña educada en un entorno de hombres, en medio del cual soporté todo el bullying que puedas imaginar. Aquí también he podido encontrar un territorio fértil para trabajar en mi expansión personal. Todo lo que permanece invisible y luego, en un efecto abracadabra aparece ante nuestros ojos o sale de la transparencia, como decimos en coaching, es un regalo para avanzar en el camino hacia el desarrollo de nuestra mejor versión.

Cuando eres el pequeñito de la casa corres dos riesgos; que te consientan mucho o que te hagan bullying o matoneo, en mi caso se dio lo segundo. En mi entorno todos teníamos uno o varios apodos. En ocasiones, lo más práctico era asimilarlo, en vez de resistirlo porque no nos iba mejor cuando peleábamos.  Recuerdo haberme ganado los sobrenombres de «buñuela», «la taza del baño» y «bruja» por sólo citar algunos, pero fueron muchos, algunos tan extraños cuyo significado jamás encontré en el diccionario.

Mi primer nombre de pila es Blanca (iba a ser Bianca pero, por un error de registro, quedó Blanca)  y aunque ahora lo acepto, en realidad lo odié toda mi vida, ya que desde niña mis hermanos me decían «Blanca es la taza del baño», adicional a eso mi piel es hermosamente clara, entonces ellos comentaban que yo era tan blanca que parecía casi transparente, me decían «leche» y otras tantas cosas.

En mi adolescencia un vecino llamado Emilio, decía que yo le gustaba. Él tenía una sola oreja, así que mis hermanos, que no desaprovechaban ninguna oportunidad para hacer bromas pesadas, se divertían diciéndome con su risa burlona: «Ja, ja, ja él es el pocillo y usted la taza». «Un día va a llegar a pedir su mano. Hacen linda pareja». Además, me apodaban «buñuela» por gorda. El buñuelo es una masa de harina, que representa una deliciosa comida típica en Colombia, mi país natal, así que ellos decían que yo iba a salir rodando como un buñuelo.

Seguramente a ti también te ponían apodos y ¿cómo te sentías con eso? Para mí era doloroso. Al comienzo me debilitaba mucho, por lo que me escondía en un rincón de mi casa, cerca al patio, y mientras miraba las estrellas me preguntaba si yo venía de otro lugar. Quería que llegara una nave espacial y me llevara de regreso a mi sitio de origen, soñaba con un planeta muy lejano donde me sintiera amada y protegida.

Recuerdo que en aquellos momentos aparecía alguno de mis hermanos y al encontrarme hablando sola me preguntaba: «¿Qué hace bruja?» Yo pensaba que tenía dones y por eso ellos decían que era una niña extraña. También me llamaban «Francisca», por una abuela que no conocí. Otro apodo fue «urruchurta», jamás supe por qué y «terremoto», ese me lo puso mi madre porque yo  me despertaba con mucha energía y a mi paso iba rompiendo cosas. Por ejemplo, cuando me mandaban a lavar la loza se me resbalaban los platos y quebraba la vajilla. De repente sonaba el estruendo y ya sabían lo que había pasado. También me decían «Pinina», claro que ese sí me encantaba, pues era por un personaje de la televisión y un concurso en el cual había participado. Sin embargo, a veces se burlaban tanto de mí, inclusive los amigos de mis hermanos que iban de visita, que sentía que ya no podía más. Uno de los visitantes, les decía a mis hermanos que tendrían una hermana para toda la vida porque, según él , yo era fea, estudiosa y aburrida.

En medio de ese ambiente familiar, me encantaba leer y me hacía en un rincón a escribir ya que, desde entonces, soñaba con ser escritora y contar historias.

Comparto esto porque soy una apasionada del storytelling, el arte de contar historias y la magia que podemos crear a través de ellas. Un empresario puede recurrir a las historias para acercarse a sus clientes, para crear conexión emocional, para generar fidelización con su marca y, por supuesto, para inspirar con su historia de vida.

Ahora bien, gracias a esas arrinconadas para evitar el bullying, aprendí a reflexionar sobre la vida, a construir personajes y a transmitir poderosos mensajes a través de mis palabras. Las historias educan, venden, entretienen, inspiran y por supuesto enamoran. Tienen el poder de conquistar a la audiencia.

Creo que todos los seres humanos tenemos una chispa divina que nos hace únicos. Sin embargo, no todos logramos comunicarnos y generar un alto impacto en otros. Piensa por un momento ¿cuál es tu audiencia? y ¿cómo estás creando conexión con ella?  ¡Imagínate desatando esa genialidad atesorada en tu interior y compartiéndola con el mundo a través de historias!

A lo largo de mi vida he podido evidenciar que cuando logramos conectarnos con el por qué y el para qué a través de las historias, obtenemos ese efecto waooo que enamora.

Las historias comunican y pueden ser grandes aliadas para lograr resultados en el ámbito personal y empresarial, transmitiendo tu identidad, a través de la conexión con tu público.

Lo más emocionante es que no necesitas inventar porque estamos rodeados de historias reales que generan conexión con otros. Vivimos en un mundo que nos cuenta el cuento. El reto del storyteller es rescatarlas del olvido, hacerlas renacer de manera magistral. Todas esas historias llenas de pequeños detalles y grandes matices del día a día son las que nos sirven para acercarnos a otros. La vida cotidiana nos regala  grandes historias que son dignas de ser compartidas. ¡Atrévete!

En esta oportunidad te revelo cinco secretos para contar una gran historia. Así como yo he contado mi experiencia con el dulce y los chocolates, de la misma manera en que te narré que sobreviví y me fortalecí en un contexto familiar de  bullying, tú podrás conectar con tu audiencia, si aplicas los siguientes consejos que te comparto como mentora. Toma nota porque te mostraré los detalles que debes cuidar meticulosamente.

  • Autenticidad. Tu audiencia agradece que desarrolles tu propia narrativa, que tengas tu sello personal y entables un diálogo con ellos, de tal forma que generes un vínculo emocional. De nada sirve inventarte una gran historia sino es real y si carece de aquello que la hace única, generando enganche, ya que si se evidencia forzada, la historiapierde credibilidad.
  • El protagonista es el mensaje. No te equivoques. Todos somos especiales y tenemos una historia por contar. Arriésgate a compartir la tuya, pero eso sí, asegúrate de que el mensaje sea el protagonista. Así te enfocarás en conectar de manera que la historia genere algún efecto en quien la lee, la ve o la escucha. La razón por la cual contarás una historia es porque a la gente le importa tu mensaje, porque tú aportas a sus vidas. Que tu audiencia sea la prioridad para que se sienta parte de ese mensaje y que tu propia narrativa los enamore.
  • Escucha a tu público. Tal vez te estás preguntando ¿cómo así que escuche a la audiencia? La gente quiere que le hagamos sentir su corazón, que la sensibilicemos. Conectar y hacer click emocional con otro se logra cuando llevamos a nuestro público al centro de la historia, donde pueda sentirse especial, identificarse, verse como el héroe y darse el valor que tiene.
  • Toda historia tiene un sentido. No se trata de contar por contar. La historia es un imán que atrae de manera magnética tocando las emociones del público. Esta es la manera de pasar de un simple relato, a la construcción de una imagen mental que va a llevar aprendizajes inspiradores, de manera apoteósica.
  • Pasión y emoción. ¿Qué tal? ¿Te estás emocionando con la idea de ponerle vestido a tus personajes, trama a tu historia y hacer de ella una leyenda? Métele pasión, emociónate escribiéndola o contándola, disfruta el proceso y pregúntale a personas de tu círculo cercano que experimentan cuando se la compartes.

 ¿Cómo vamos hasta aquí?

¿Le estás encontrando valor?

¿Ya pensaste en cuál será la historia que vas a escribir o a contar?

NO TE PIERDAS LA SEGUNDA PARTE.

Te daremos poderosas claves y técnicas, para escribir una historia apoteósica.

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